THE

ANNEX

updated

snapshots

En boca cerrada no entran moscas.

Julio 13, 2025 | Por R10
Vea el original en español

Presunto fotograma original. La gama cromática sintoniza con la de su referente holandés.

Go to English Version

Segun diferentes medios, Girl with a Pearl Earring (2003), dirigida por Peter Webber y protagonizada por Scarlett Johansson en el papel de Griet, propone una delicada ficción alrededor de la célebre pintura homónima de Johannes Vermeer. La crítica coincide en que recrea con suficiente sensibilidad el universo visual del pintor holandés. Basada en la novela de Tracy Chevalier, se desarrolla en la ciudad de Delft, en el siglo XVII. Una joven criada se convierte en presencia silenciosa pero decisiva dentro del taller del maestro. La tensión latente entre artista y modelo —atravesada por diferencias de clase, género y poder— se resuelve en el acto pictórico como única consumación posible. Con una puesta en escena que emula el claroscuro y la composición de los lienzos barrocos, el film transforma cada encuadre en pintura viva. La contenida interpretación de la Johansson —casi sin palabras—, y la fotografía de Eduardo Serra, nominada al Óscar, sostienen un relato sobre la mirada, el deseo y la imposibilidad, mientras sitúa la experiencia artística como espacio de intimidad, contemplación y transgresión.

Confieso que no he visto la película. Lo haré en los próximos años, cuando tenga tiempo y un estado mental que lo propicie. Por ello, este juicio se basa en un fotograma, una sola imagen, elegida por una o varias personas para un propósito muy específico, del cual tengo alguna remota idea.

Dicho esto, creo que estamos ante un sendero que se bifurca. Hice una pequeña investigación y encuentro que las compañías productoras de la película —Pathé Pictures International, Archer Street Productions y Delux Productions— basaron su cartel promocional en una imagen bastante cercana a la que nos ocupa, y que incluye, además, el abstraído perfil de Colin Firth en el papel de un Johannes Vermeer completamente desbordado. En ese soporte, la mirada de Johansson va por otra ventanilla, infinitamente más afortunada.

Otros medios, otras compañías, otros intereses optaron por utilizar la que hemos decidido diseccionar. Desaparece Colin Firth, y la expresión de la actriz pierde toda ambigüedad y misterio. Nos regala una mirada, una expresión que nos baja de la nube y nos hunde hasta las rodillas en una pastosa hiperrealidad sensorial.

Aún peor: montones de creadores de contenido manipularon el original de esta segunda propuesta, saturando los colores hasta reventarlos, radicalizando los contrastes para seducirnos como lo harían al promocionar un aceitoso hot dog ahogado en cátsup y mostaza.

Así se produce mi desasosiego y mi rechazo.

Es Scarlett Johansson, por supuesto, pero expuesta de esta manera no es más que un ícono de sumisión silente, la representación embotellada de un deseo reprimido. En el original de Vermeer tendría que cavar muy hondo para encontrar una pista. Aquí tengo que correr para que no me caigan todas encima. Ella aguarda a que cruce la línea, a que la saque de la pintura.

Son dos los elementos clave: la boca y la mirada.

La primera, a medio abrir, con una separación 'activa' —un gesto quizás inconsciente o voluntario, da lo mismo—, interpretada según el sistema de señales afectivas de la interacción humana, proyecta disponibilidad total: emocional, corporal, también da lo mismo. Clara e inequívocamente erótica. Lo cual, en sí mismo, no tiene nada de malo. Solo que, por el contraste con la fuente, lo percibo como poco sutil, vulgar, delicadamente grosero. Porque por ese breve y húmedo resquicio caben cientos de lecturas e interpretaciones perturbadoras: desde aceptación hasta vulnerabilidad. Un abanico tan extenso como los colores perceptibles por el ojo humano. En el arte renacentista, en la retratística tradicional o tradicionalista, las bocas cerradas significan recato; las abiertas, arrebato, éxtasis o trance.

Si la película va por el camino del erotismo perfecto... ¡que empiece la fiesta! Pero la película no es el tema de este ensayo.

Esa misma boca —de melocotón maduro y saturado— multiplica su contenido simbólico al asociarse a la mirada. Húmeda ella, anestesiada, vencida, inequívocamente pre-coital, transmite la idea de una virgen ilustrada que implora su propia profanación. El conjunto, a primera vista, sin filtros, me da la idea de muñeca colgada en el muro para encandilar y detener a los obsesos del scroll.

Siendo sincero... la imagen, si bien contiene el pecado original, ha sido corrompida solamente por los creadores de contenido. Desde sitios que la reproducen indiscriminadamente hasta por los pobres diablos del insomnio. Esta, que recorre las redes, se aleja mucho de lo que los creadores del film, al parecer, imaginaron en algún momento, hace muchos años...

¿Cómo vendemos una película sobre una señorita del siglo XVII cuya mirada lo dice todo y, a la vez, nada?

Bueno: ahí lo tienen.

Scarlett Johansson como Griet, la sirvienta de manos silenciosas y mirada atenta, en un fotograma de La joven de la perla (2003).

Nota

Esta pintura ha sido versionada hasta por el cuñado de Ramiro... Quien haya sido la modelo sentirá en sus tímpanos etéreos la vibración de un manoseo sostenido e intolerable.

No items found.

Gallery

The original theatrical poster for The Girl with a Pearl Earring was crafted by The Cimarron Group, a Hollywood‑based creative agency specializing in film marketing—print campaigns, posters, trailers, and TV spots.
Visitors gathered before Vermeer’s Girl with a Pearl Earring at the Mauritshuis in The Hague, where the painting has resided since 1902.
Natasha
Yulia
Ulia
Sasha
Valeria
Iara
This beautiful young woman chose to withhold her true name. Perhaps out of modesty—or for reasons we may never know.
Dasha
No items found.

Comments powered by Talkyard.