Hay anuncios publicitarios que parecen concebidos para azotar nuestros anhelos más profundos y burlar a la vez a los soldados de la corrección política. Los hay más o menos audaces, como este, que publicita un restaurante de carnes, o como decimos en estos lares, un Steakhouse y Cocktail Bar. A primera vista, de lo más elegante: desde un fondo negro, avanzan un cocktail, (un Love Potion 209, o un Aviation), unas flores de un magenta helado y una copia vulgarota de la Venus de Milo. El conjunto, invita a experiencias sensoriales sofisticadas.

Entiendo que si el trago apunta a las ofertas del Bar, no serán las flores la que refieran al jugoso filete por masacrar. La carne es representada por Afrodita, diosa del amor y facilitadora directa del placer carnal. Esta escultura es una de las piezas más icónicas de la historia del arte. El torso, inmune al paso de los milenios, simboliza la belleza clásica, la simetría perfecta, casi matemática de sus proporciones. Si no estuviera tan dura, cualquiera le daría una mordida, o varias, sobre todo porque no tiene brazos y no puede defenderse. Como el filete, que llega al plato sangrando y rendido.

Mientras más puntos en común encontremos entre ella y el Rib Eye que tenemos entre ceja y ceja, más perturbadoras serán las sensaciones resultantes. Por un lado, la petrificada feminidad de la diosa cobra vida, aroma y sabor. Por el otro, el chuletón incorpora misterio, profundidad y espíritu a su carne marmolada. Ambas naturalezas intercambian sus mejores cualidades y producen un apetito confuso y azorado. Las hambres diversas se amalgaman en algún lugar de la inconsciencia. Sin embargo, el sentido primario de la vista, la decodificación de la información gruesa nos advierte que no hay suficiente temperatura para el convite. El Cocktail, los mármoles, el de la mesa y el de la deidad, son todos fríos y no invitan a nada que no esté espabilado por las fantasías de la mente.

Es una publicidad algo contradictoria, a mi modo de ver. No es inoperante, la evidencia es que me detuve en ella e inspiró un breve análisis. Pero tampoco buena del todo, porque el hambre física no asoma, más bien se esconde. Cede espacio a otras difíciles de saciar, porque la materia, por muy clásica que sea, nunca podrá estar a la altura de la improbable recompensa que nuestro gestor del placer espera de ella.

Este no es un anuncio para personas con hambre. Aunque está bien también tenerla de belleza, de flores y de divinidad. La lujuria, por otro lado, es insaciable, solo palidece con los años. Queda el buen chuletón, con puré de patatas, caliente y básico, de digestión lenta.  De donde brota la plenitud.  

PD. El Caesar's Steak House está ubicado en Calgary, Alberta, Canadá. La dirección: 512 4 Avenue SW, Calgary, AB T2P 0J6, Canadá.

Si pasan por allí, ya saben.

Posdata adicional... Días  más tarde encontré en la edición de Septiembre de Avenue Calgary —el numero anterior— una publicidad para Caesar's donde se puede ver la verdad verdadera. Como se ve, ni el tiempo ni lo novedoso son sinónimos de progreso